Verdad histórica



La sociedad internacional censura y condena continua y enérgicamente el crimen sexual del ejército japonés patrocinado por el Estado y calificado como extraordinario crimen antimoral en la historia de la humanidad.
Sin embargo, los actuales politicastros japoneses niegan obstinadamente la verdad del arresto forzado de las “consoladoras”.
Ahora bien, ¿qué es la verdad?

“Apelo a la conciencia del mundo”
Pak Yong Sim fue una de las coreanas “consoladoras” del ejército japonés conocidas ampliamente en el mundo.
Desde cuando se había llevado por fuerza al ejército japonés hasta la derrota de este, se vio obligada a servirle de esclava sexual.
“Cuando tenía 14 años de edad, dijo, fui vendida a una sastrería en Huphodong de la ciudad de Nampho (ciudad costera occidental de Corea), donde trabaje como cocinera hasta marzo de 1938 cuando fui caída en la ‘entrega de las muchachas’ para el imperialismo japonés.
Un policía japonés llevó a la fuerza a mí y otra de 22 años de edad a Pyongyang. Llegamos a la estación ferroviaria del destino, donde estaban 15 mujeres coreanas arrestadas. En vagón con techo y camiones fuimos llevadas primero a Nankín, China, donde había muchos cuarteles del ejército japonés y la ‘casa de consuelo’ Jin Xiu Lu, edificio de ladrillos de tres pisos con cuartos de 2x2.5m y rodeado de alambradas con púas espeluznantes, en la que empezó mi servidumbre sexual. Fui llamada con nombre japonés ‘Utamaru’ y me vi obligada a prestar ‘servicio sexual’. Cada día debía tratar por término medio a 30 militares japoneses, quienes se lanzaron todos como los animales feroces sobre mí. Si resistía aunque fuera poco, me castigaron duramente: patear, picar con la espada, decapitar …barbaridades inexpresables ni con la palabra ni con la escritura. Las enfermadas o desnutridas fueron llevadas, nadie sabe a dónde, o echadas al río.
Unos tres años después me llevaron a Sanghai y de aquí a la ‘casa de consuelo’ de Lashu en las cercanías de Yangon, Myanmar, donde tuve el nombre ‘Wakaharu’ y debí servir a los infantes y tanquistas japoneses. Después de 2 años fui llevada a la avanzada del frente, zona fronteriza Myanmar-China. Todos los días, aun bajo decenas de miles de proyectiles y bombas que caían, tuve que cubrirles la ambición carnal a decenas de samuraies. Las consoladoras que estaban aquí murieron casi todas golpeadas y de bombardeo y enfermedad.
Las coreanas difícilmente sobrevivientes más tarde se quedaron detenidas, junto con restantes del ejército japonés, en el campo de concentraciones de los prisioneros de Kunming, China.
Más tarde, pecada de insuficiencia valvular y neurastenia, regresé a mi aldea natal. Cada vez que me vienen a la memoria aquellos pésimos días, me irrito de odio hacia el imperialismo japonés.
He vivido sin conocer la felicidad familiar ni alegría maternal. Cuando evoco mi infortunado pasado, pienso en muchas mujeres coreanas que fueron llevadas como yo a la tierra extranjera donde murieron. Con todo, sin vergüenza, el gobierno japonés urde ardid de toda calaña para ocultar sus crímenes del pasado.
Apelo a la conciencia del mundo que ejerza presión sobre él de manera que se reflexione correctamente sobre sus crímenes del pasado y los recompense como es debido.”

“Fui cazador de esclavos”
El japonés Yoshida Seiji, que fue miembro de la asociación de los trabajadores contribuyentes al país, anterior organización auxiliar de la policía japonesa, es uno de los testigos del secuestro de las coreanas “consoladoras” por parte de Japón que escribió reminiscencias “Yo arresté así a los coreanos”, “El japonés y las coreanas ‘consoladoras’”, etc., en las que reveló la verdad del hecho.
En su entrevista con el periodista de “Hokkaido Shimbun”, confesó:
“Fui, de veras, cazador de esclavos que arrestó forzadamente a las coreanas ‘consoladoras’. Solo las consoladoras detenidas al mando mío pasan más de 1 000.
Una vez llegados a un área residencial, forzamos a todas las mujeres a que se reunieran en las calles y a las que se ponían en fuga las golpeamos hasta abatir. Les dimos patadas y golpes a las mujeres que se estremecían bajo la vigilancia de las policías con el fusil en la mano, separamos de ellas las criaturas de pecho, arrojamos en vilo a un nene de 2-3 años de edad que las seguía y las encargamos por fuerza en los camiones.
Lo cierto es que no reclutamos a las ‘consoladoras’, sino que las capturamos a la fuerza…”

Documento secreto de la comandancia de McArthur
Los datos del secuestro de las “consoladoras” para el ejército japonés aparecen continuamente también en el archivo estatal estadounidense.
Recientemente salió a la luz un documento secreto en el que McArthur notó en 1945 el forzamiento de la servidumbre sexual para el ejército japonés. En el documento titulado “Establecimiento de consuelo del ejército japonés” redactado el 15 de noviembre de 1945 por la comandancia general en nombre de McArthur, el entonces comandante general de las fuerzas aliadas, está escrito el hecho de que los negociadores japoneses que estaban en Corea, cumplimentando la proposición de la comandancia del ejército japonés, secuestraron a las mujeres coreanas, las llevaron a Myanmar y otros lugares, ganando la autorización del ejército japonés…
Así es la verdad.
No obstante, los estadistas japoneses dicen que no hay pruebas del arresto forzado de las “consoladoras” y que desean que presenten las que tienen. ¡Qué impúdicos!

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