Declaración del vocero del MINREX


Los activos y sinceros esfuerzos del gobierno de nuestra República destinados a preservar una estable y duradera paz en la Península Coreana tropiezan con aviesos desafíos de Estados Unidos.

Le habíamos propuesto concluir el acuerdo de paz, como una vía más razonable para terminar el vicioso ciclo de la tensión y confrontación que perdura siglo tras siglo durante más de 60 años.
Nuestra demanda apremiante al respecto tiene el objetivo de eliminar su política hostil contra la RPDC, causa raigal de todos los problemas.

Solo cuando se ponga fin a su política de hostilidad y disuelvan las relaciones hostiles entre ambas partes, se puede lograr una duradera paz y estabilidad en dicha Península. Esto es una evidente razón que es comprensible para cualquiera y cuenta con las simpatías de todo el mundo.

Con todo, EE.UU., lejos de tratar de buena gana nuestra oferta imparcial y justa, nos responde con concretizar más en acciones su dicha política, ya calificada de “estrategia fracasada”.
Por su ejemplo representativo se puede tomar sus reciéntes más insensatas maniobras de “sanción” contra la RPDC.

EE.UU. no deja de apuntar arbitrariamente en la lista de “sanción” a nuestros organismos militares, comerciales y de la industria de defensa nacional e incluso diplomáticos, lo que encierra un malsano intento político de manchar nuestra imagen internacional y hacerles a otros países escrupulizar el negocio con nosotros, sofocando así nuestra economía en conjunto, es decir, no sólo la industria bélica sino también el sector de producción civil.

En ocasiones que se les dan, las autoridades estadounidenses dicen que no tienen un propósito de enemistad contra la RPDC, pero, de hecho se comportan diferentemente.

EE.UU., cautivado por una patológica negación a nosotros, perdió por completo el sentido para con la realidad y se porta a tontas y a locas sin saber quién es su contraparte.

Su alboroto de “sanción” avivará, más bien, el espíritu de la clase obrera de nuestra industria bélica de apoyarse en las propias fuerzas y su potencial y, a fin de cuentas, dará lugar a la elevación de proporción de uso de los materiales de producción nacional en nuestra industria militar.

Si EE.UU. sigue recurriéndose de tal manera a su anacrónica política hostil contra la RPDC, le tocará más que un trágico resultado inesperado.

16 de diciembre de 2015
Pyongyang

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