27 de julio, 60 Aniversario de la victoria del pueblo coreano en la gran guerra de liberación de la Pátria






El día 27 de julio es el día de la victoria que el pueblo coreano derrotó a los agresores imperialista yanquis que se jactaban su “supremacia” en el mundo, 60 aniversario de la victoria en la guerra.

La pasada guerra de Corea (1950-1953) sirvió de un motivo que se ha hecho añicos por completo el “mito de la supremacía” norteamericana asombrando al mundo.

“Dentro de tres días”

Por la madrugada del 25 de junio de 1950, el imperio norteamericano encendió la mecha de la guerra contra la República Popular Democrática de Corea incitando al ejército títere surcoreano.

Al desatar la sorpresiva invasión armada, afirmó que “terminaría la contienda dentro de 72 horas (tres días)”. Parecía muy evidente el resultado del conflicto entre Estados Unidos, que, según decían, había logrado solo victorias en más de 110 guerras agresivas en su historia de unos 200 años, y la joven República que aun no cumplía dos años.

Pero se produjo un milagro.

Cumpliendo la orden del Presidente Kim Il Sung de pasar de inmediato a la contraofensiva decisiva a lo largo de toda la línea del frente para castigar sin piedad a los agresores, el Ejército Popular de Corea avanzó como olas furiosas hacia el Sur y el 28 de junio, por la mañana, conquistó la ciudad de Seúl.

Es que “dentro de tres días” se produjo el resultado completamente opuesto a la fanfarronería del imperio.

Hundimiento del “islote móvil”

A principios de julio de 1950, hubo un evento en el mar frente a Jumunjin, en la costa Este de Corea, donde se hizo añicos la superioridad militar-tecnológica de Norteamérica con el hundimiento de su crucero pesado “Baltimore” que se llamaba “islote móvil en el mar”, de 205 metros de largo y 17 mil 300 toneladas de agua desplazada, con1 700 tripulantes, 69 cañones de
diversos calibres y hasta los aviones.

La flotilla norteamericana dirigida por la nave capitán “Baltimore” y compuesta de un crucero ligero y un destructor se enfrentaba con los cuatro torpederos del Ejército Popular de Corea.

No hay ni un punto de comparación en la correlación de fuerzas. Los buques de la “flotilla sin rival”, despreciando a los torpederos iguales como unos puntos flotantes en el mar, intentaron atropellarlos. Pero no podían menos que caerse en la pasiva frente a la ágil táctica de atacar de cerca moviéndose y evadiéndose rápidamente por entre la lluvia de balas.

Acertado por dos torpedos, el “Baltimore” se inclinó a un lado y por el tercero se hundió partido en dos.

Al perder la nave capitán, el crucero ligero y el destructor se huyeron apresuradamente.

Fue un evento digno de ser registrado con letras mayúsculas en la crónica mundial de guerras.

Fin de la “división siempre victoriosa”

El “mito” de Estados Unidos se hizo añicos también en Taejon.

Una prueba es la pérdida de su División de Infantería 24, autodenominada como “división siempre victoriosa”.

Para salir de la pasividad de estar en fuga acosados por la fuerte contraofensiva del Ejército

Popular de Corea, los Estados Unidos y los títeres surcoreanos definieron la ciudad de Taejon como “capital provisional” e instalaron allí la “línea indestructible”, “última línea de defensa”, movilizando enorme cantidad de armamentos y efectivos con la mencionada división como grueso.

Pero, se enfrentaron a una táctica inimaginable, que llevó a la total ruina a la “división siempre victoriosa”.

Percatándose de la situación de que los enemigos concentraban los cinco sentidos solo al frente dejando indefensiva la región sureste, el Comandante Supremo Kim Il Sung ordenó a las unidades en el suroeste virar la dirección y formar un gran anillo de cerco, unas atacando la ciudad y otras dando rodeo rápido para cortar al enemigo la retirada.

El 20 de julio de 1950, las unidades del EPC iniciaron el ataque general y liberaron la ciudad de Taejon. Dean, jefe de la División de infantería 24, que trató de escapar disfrazado de uniforme de soldado, fue detenido por un militar raso coreano. Privada del estandarte y carro de mando, la “división siempre victoriosa” se quedó aniquilada por completo.

Un oficial norteamericano escribió en su memoria “Historia sobre la guerra coreana”: “Ellos (el Ejército Popular) aplicaron la táctica de atacar de frente a la tropa en defensa (División 24) para quitarle la libertad, obligarle la retirada y por otra parte cortarle la retirada por el método de rodeo e infiltración en la retaguardia. … táctica a la que no comprendieron los comandantes norteamericanos hasta el fin.”

El método de asedio aplicado por el EPC en la batalla de liberación de Taejon se ha definido como una asignatura obligatoria en las academias militares en Europa.

Oprobio de la “Superioridad aérea”

El “mito” de Norteamérica se ha hecho añicos también en el aire.

Atacados por las aeronaves propulsoras del EPC cayeron numerosos aviones modernos, entre otros el bombardero estratégico B-29, del que se enorgullecían los yanquis llamándolo “fortaleza aérea”.

El peligro no los perseguía solo en el aire sino también desde la tierra. En acato a la orden de su Comandante Supremo Kim Il Sung, los pertrechados con armas de tiro desplegaron el movimiento de cazadores de aviones.

Atemorizados, los pilotos pasaron del vuelo a ras de tierra e individual al vuelo a gran altura y en escuadrilla y se aumentaron fenómenos de negar la navegación.

Con el fin de la guerra, el imperio perdió más de 12 220 aviones.

Otras pruebas. Con la pérdida humana de 1 567 120 efectivos incluyendo a 405 490 norteamericanos y la pérdida material equivalente a casi 2,3 veces mayores que en la Guerra del Pacífico de cuatro años, Estados Unidos no podía menos que firmar el Acuerdo de Armisticio, que significaba el acta de capitulación.

George Catlett Marchall, que ocupaba los cargos de secretario de Estado y de Defensa, confesó: “El mito se ha hecho añicos.

El nuestro no era un país tan poderoso como pensaban otros.” Omar Bradley, entonces jefe de Estado Mayor Conjunto, reveló: “Francamente decir, la guerra coreana nos causó un gran desastre militar y resultó ser una contienda llevada a cabo en un lugar inadecuado, en un tiempo inoportuno y con un rival inconveniente.”

En resumidas cuentas, la pasada guerra coreana merece ser registrada con letras mayúsculas como un conflicto en que se hizo añicos el “mito de la supremacía” norteamericana y se manifestó la invencibilidad de Corea.

El Generalísimo Kim Jong Il, aplicando la política del Songun (priorizar los asuntos militares) fortaleció y desarrolló el Ejército Popular de Corea como el Ejército invencible, dotado medios ofensivos y defensivos.

Bajo la destacada dirección del Mariscal Kim Jong Un, Primer Secretario del Partido del Trabajo de Corea, Primer Presidente del Comité de Defensa Nacional de la República Popular Democrática de Corea y Comandante Supremo del Ejército Popular de Corea, el Ejército y el pueblo de Corea harán brilllar para siempre la historia de la victoria de la guerra.

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